VOLVER A INICIO

jueves, 21 de enero de 2010

La plata sucia que se paga al Club de París



Un gasoducto que se “infló” a u$s900 millones, préstamos irregulares para YPF y armamentos. El lado oscuro del anuncio de Cristina.
La deuda de u$s 6.700 millones que ordenó pagar Cristina Kirchner al Club de París tiene origen en gastos de la dictadura para comprar armas, en un gasoducto que proyectó una empresa holandesa pero terminó pagando Gas del Estado y en créditos que pidieron empresas públicas a bancos europeos y japoneses pero que sólo sirvieron para alimentar la fuga de capitales y la “plata dulce” de los 70.
En 1985, un equipo de auditores del Banco Central demostró que una parte de los fondos nunca había llegado al país, pero la deuda igual fue reconocida por el gobierno de Raúl Alfonsín. Fue por recomendación del economista Carlos Melconian, actual consultor de la City y por entonces jefe departamental del Central.
En 1996, cuando Domingo Cavallo reunió los datos en un informe único, los préstamos que el Ministerio de Economía reconocía a las naciones ricas del Club de París eran por un total de 8.038 millones de dólares. El mayor salto previo se había dado en los 80, de la mano de la firma holandesa Nacap B.V., accionista mayoritaria de Cogasco S.A., consorcio creado durante la dictadura para construir el gasoducto Central Oeste.
El ducto, que une Neuquén con Mendoza, costó unos 900 millones de dólares. Los auditores del Banco Central que reclutó Alfonsín para estudiar las deudas de la dictadura descubrieron que “la operación más significativa correspondía a fondos no ingresados al país”. Así consta en los informes de la entidad y en la causa que inició el periodista Alejandro Olmos ante el juzgado de Jorge Ballestero.
“Nosotros comprobamos que además de la deuda inflada que descubrieron en el Central, una parte los bienes que tenían que importarse para el gasoducto nunca llegó a entregarse”
El 24 de agosto de 1987, el Central igual decidió “registrar como deuda de la Argentina y de Gas del Estado” un total de 955 millones de dólares a favor de Holanda, que había financiado y garantizado la operación. La excusa fue que los vencimientos serían “refinanciados dentro del marco del Club de París”, tal como reza el informe 483/233 que firmó ese día Melconian como jefe del área de Deuda Externa.
Según los datos que distribuyó el martes pasado el Gobierno, a Holanda se girarán unos 605 millones de dólares. La diferencia con los 955 millones originales surge de que los Estados ricos sólo absorbieron parte de las acreencias de sus empresas. El resto se reestructuró varias veces y una porción incluso se titularizó mediante el plan Brady, que transfirió la deuda de la banca a tenedores privados.
La Presidenta dijo que un 45% del pasivo con el Club correspondía a créditos tomados antes de la vuelta de la democracia. Pero por el escaso rigor de los registros oficiales y por el lobby de los acreedores externos y sus colaboradores locales desde 1976 hasta hoy, rastrear el origen de la deuda resulta prácticamente imposible.
El contador Omar Miliano, uno de los que contrató Alfonsín y que todavía trabaja en el Central, también recordó que “Martínez de Hoz obligaba a las empresas públicas a endeudarse. Los dólares iban a las reservas para sostener la tablita”. Las firmas estatales recibían pesos que luego se licuaban por la inflación. Así, según Foerster, YPF contrajo compromisos por al menos 300 millones de dólares con el Banco de Tokio. Ahora, incluyendo otros pasivos, Japón recibirá casi 1.700 millones.
Los Estados europeos también se hicieron cargo de deudas que dejó impagas la dictadura argentina. Por caso, una siderúrgica alemana que proveyó submarinos para la Armada a pedido de Emilio Massera. Los investigadores calculan que los pertrechos militares engordaron la deuda en unos 10 mil millones.

Entretelones de una renuncia
mí no me echaron. Yo pedí no renovar mi mandato en el Fondo y retomo el cargo que dejé en la Organización Mundial de Comercio. Es cierto que me voy por diferencias sobre la gestión, pero el que tiene diferencias con Economía soy yo; no al revés.”
El saliente representante argentino ante el FMI, Héctor Torres, se despegó así del Gobierno, Y desmintió que lo hayan desplazado, como anunciaron el viernes voceros oficiales. Aunque no quiso abundar sobre esas “diferencias” con la cartera de Carlos Fernández, cerca de Torres revelaron que la relación terminó de quebrarse cuando el funcionario recomendó no pedir el último préstamo a Venezuela por 1.000 millones de dólares.
Una misión del FMI en Caracas había adelantado días antes que los bancos de ese país ya tenían demasiados bonos de deuda argentinos y saldrían rápido a venderlos, deprimiendo su valor en el mercado. Al final, eso fue lo que ocurrió. Torres -quien ocupaba el cargo desde 2003 y será reemplazado en noviembre por Pablo Pereyra- tampoco defendía el pago al Club de París.

Fuente Ruben el Renegao

No hay comentarios:

Publicar un comentario